Un llamado a la oración

En sus esfuerzos por definir la oración, F.B. Jevons dice que la oración es una invocación o acto que busca activar una relación con un objeto de adoración a través de una comunicación deliberada.

- PETER W. KOYEA

En un sentido estricto, el término se refiere a un acto de súplica o intercesión dirigido hacia una deidad o un antepasado deificado.1

En términos más generales, la oración también puede tener como objetivo el agradecimiento o la alabanza, y en la religión comparada está estrechamente asociada con formas más abstractas de meditación y con amuletos o hechizos. Parafraseando la definición de F.B. Jevons en un contexto bíblico, podríamos decir que la oración es la invocación a Dios de un creyente en la que busca activar una relación con Él mediante una comunicación deliberada que puede incluir súplicas, intercesiones, alabanzas y acción de gracias.

Como creyentes, deberíamos tener una mejor comprensión del lugar que ocupa la oración en nuestras vidas, iglesias y ministerios. La oración debería ser el motor que impulse todas nuestras actividades y el vientre que dé a luz a todas nuestras decisiones, acciones, proyecciones, programas, actividades, etc. Nuestra vitalidad en el reino y los resultados que acumulemos dependerán de nuestra vitalidad en la oración.