El poder de la Triple Alianza

El Imperio mexica consolido una estructura de poder hegemónico que le daba una enorme fuerza de guerra, con base en las relaciones de dependencia establecidas mediante una red dinástica.

- Carlos Santamarina Novillo

A principios del siglo XVI, buena parte de Mesoamérica estaba dominada por un pueblo belicoso que había sometido e impuesto tributo a una gran cantidad de pueblos con diferentes identidades étnicas y lenguas. Ese pueblo dominador era el mexica -también conocido como azteca- y su capital era la gran ciudad-Estado de México-Tenochtitlán, en el área lacustre de la región central mesoamericana. Todos esos pueblos sujetos al Imperio mexica compartían, a grandes rasgos, una cultura común, una misma religión y una lengua franca: el náhuatl.

Usamos el gentilicio "azteca" para referirnos genéricamente a esa cultura común multiétnica, mientras que "mexica", más específico, se refiere a los habitantes de México. Esta ciudad, sin embargo, era doble, compuesta a su vez por dos ciudades: Tenochtitlán y Tlatelolco. Dado que la primera se había impuesto a la segunda, cuando se habla del Imperio mexica sería más preciso denominarlo Imperio mexica-tenochca.

Dicho imperio tenía su núcleo en el área central mesoamericana -grosso modo, coincidente con la actual Ciudad de México-, en torno a un complejo lacustre, y extendía sus dominios hasta las costas septentrional del Golfo de México y meridional del océano Pacífico incluyendo regiones adyacentes como Cuauhnahuac y Matlatzinco -actuales Cuernavaca y Toluca-, el valle de Puebla o la más lejana Oaxaca, al sureste, además de un emporio más distante: el rico Xoconochco, en la costa pacífica, más allá del istmo de Tehuantepec.