
Cuando Justiniano subió al trono del Imperio bizantino tenía formulados los principios de su política de Renouatio Imperii, que, entre otros aspectos, consistía en el restablecimiento del poder imperial en todos los territorios de los que había desaparecido. La península ibérica entraba, en consecuencia, entre los territorios que Justiniano podía recuperar para el Imperio.
Aunque la primera ocasión en que visigodos y bizantinos tuvieron un enfrentamiento fue en los años cuarenta del siglo vi cuando se disputaron la soberanía de Septem Ceuta)—, no fue hasta el año 552 cuando las tropas bizantinas pusieron pie en la península ibérica.
Según Jordanes, un autor contemporáneo a los hechos, Justiniano fue invitado» a entrar en el reino visigodo: Atanagildo, pretendiente al trono visigodo, solicitó la ayuda militar del Imperio para acabar con el gobierno del rey Agila. Justiniano accedió a la misma, posiblemente obteniendo como contrapartida la cesión de algunos territorios peninsulares meridionales. Sin embargo, el emperador debió conquistar más territorios de lo que se habría acordado como contrapartida por la colaboración solicitada, que, además, no debió ser en la medida en la que hubiera querido Atanagildo. Se considera que, durante los primeros años de presencia bizantina en la península, los soldados de Justiniano ocuparon la franja costera de territorio peninsular meridional y levantino, que se extendería entre la zona del Estrecho y el sur de Valencia, además de algunas amplias franjas interiores de territorio bético y cartaginés. Sus principales ciudades serían Assidona (Medina Sidonia), Malaca (Málaga), Illici (Elche) y Carthago Spartaria (Cartagena), siendo muy posiblemente esta la capital de la Hispania Bizantina desde el 552.
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LA SOCIEDAD VISIGODA
En la Hispania visigoda, una minoría goda gobernaba sobre una mayoría hispanorromana, fusionándose con su aristocracia. Campesinos, libertos y hasta la Iglesia dependían de señores poderosos, y la nobleza monopolizaba la política y la tierra mientras el rey actuaba como el gran patrono del reino. Este modelo anticipó las dinámicas feudales medievales.

LA JOVEN ARTISTA QUE SOÑÓ CON LA INMORTALIDAD (Y LA ALCANZÓ) MARIE BASHKIRTSEFF
Vivió veinticinco años, una vida corta en la que Marie Bashkirtseff buscó la gloria a través del arte. Y la consiguió, también, gracias a su extenso diario.

EL ESPLENDOR DEL REINO VISIGODO DE TOLEDO
Bajo el reinado de Leovigildo (569-586), el Reino Visigodo alcanzó su máxima consolidación. Con una visión imperial, el monarca transformó Toledo en el centro del poder visigodo, expandió sus dominios, unificó territorios y reforzó la monarquía.

RECAREDO Y EL CONCILIO III DE TOLEDO (589)
En el año 589, el rey Recaredo I culminó la transformación religiosa del Reino Visigodo al abandonar el arrianismo y abrazar el catolicismo. Su conversión, anunciada en el Concilio III de Toledo, simbolizó la unidad entre godos e hispanorromanos.

EL INCIDENTE GLEIWITZ, DONDE TODO EMPEZÓ
La víspera de la invasión de Polonia, el ataque por parte de los nazis a una emisora de radio alemana para culpar al país vecino es considerado el primer episodio de la Segunda Guerra Mundial. Allí se registró la primera víctima del conflicto.

EL HUMANISTA VISIGODO SAN ISIDORO DE SEVILLA
San Isidoro de Sevilla fue el gran erudito de la Hispania visigoda. Arzobispo, historiador y autor de las Etymologiae, su legado preservó el saber clásico para la Edad Media. Aliado del rey Sisebuto, fusionó cultura y poder y dejó una huella imborrable en la historia.

EL REINO DE TOLOSA
El Reino Visigodo de Tolosa nació del deseo de los visigodos por una patria propia, estableciéndose en el sur de las Galias. Bajosa Teodorico l y sus sucesores, expandió su poder mediante alianzas, conflictos con Roma y victorias sobre los hunos. Sin embargo, la creciente amenaza de los francos culminó en la batalla de Vouillé en 507, donde Alarico II fue derrotado y el reino destruido.

VICTOR SEBESTYEN PERIODISTA Y AUTOR DE 'LA REVOLUCIÓN RUSA'
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DOS MUJERES AL SERVICIO DE LAS ALIANZAS POLÍTICAS GALA PLACIDIA Y GOSVINTA
Gala Placidia y Gosvinta usaron el matrimonio como herramienta de poder. Placidia, hija de Teodosio, fue cautiva y luego esposa del rey Ataúlfo, influyendo en la política goda. Gosvinta, casada con Atanagildo y luego con Leovigildo, defendió el arrianismo y enfrentó la conversión católica de Recaredo.