La belleza empieza adentro

Durante su infancia se la pasó entre camerinos y estudios, pero las mejores lecciones de belleza y maquillaje las ha aprendido por experiencia propia.

Desde que tengo uso de razón, mi mamá, mis abuelas y toda mi familia se ha desenvuelto entre camerinos y sesiones de fotos. TENGO EL RECUERDO DE JUGAR CON LOS COSMÉTICOS, los perfumes y todas las cosas que ahí había. Obvio, de chiquita, me encantaba tomar los lipsticks de mi mamá y, típico, terminaba con la cara toda embarrada.

Pero lo que más me gustaba eran los perfumes, hay uno que me recuerda muchísimo a mi bisabuela, el Nº5, de Chanel. De hecho, ese rollo de los perfumes me parece supercool, porque te transportan a otra época o te evocan a una persona querida. ME ENCANTA LA PERFUMERÍA, es algo que me apasiona.

EN LA PUBERTAD COMETÍ VARIOS ERRORES, pero solo te contaré los tres más épicos: el más garrafal que hice fue depilarme las cejas, me las dejaron súper delgaditas y, como soy muy lampiña, nunca me volvieron a crecer a full (como ahora me gusta el cejón grueso, me cuesta muchísimo trabajo conseguirlo); otro fail ha sido abusar del bronzer, de hecho acabo de ver una fotos de las que no doy crédito, no sé si es que estoy taneada por el sol, me pasé con el selftaner o me puse bronceador en exceso; y el tercero es no encontrar a alguien que me haga bien el pelo. Si encuentras a alguien que le da a tu tono no te muevas de ahí, sobre todo cuando lo tienes rubio, es muy fácil que te quede verde o naranja. Así que si estás con un buen colorista, cuídalo.